Mar. Abr 16th, 2024
Foto: Cortesía

(Con rectitud de corazón, nada se nos decae y todo florece. Afianzada la certeza del ser, viene el reencuentro con uno mismo, la afluencia de interrogantes y una influencia sanadora de pensamientos, que nos reponen de auténtica Vida y nos ponen en el camino de la Verdad. Somos buscadores, mientras Jesús nos llama a continuar sus huellas, a seguir sus pasos y a proseguir sus andares, a partir de su proyecto vivencial, compartiendo sus obras y repartiendo sus frutos. Sólo hay que verle en la cruz, que no reprende. Concilia y reconcilia; y, así, una vez vertido el bien, se revierte el mal y se convierte el dolor en amor).

I.-  UNA VIDA DE ORANTE;

COMO HALLAZGO PARA SALIR DE PENITENTE

Todo viene de Dios y a Dios debe volver,

en sumisión a su plan de luz por nosotros,

de la que el Señor es la cúspide redentora,

absolutamente leal a los deseos del Padre,

y con el soplo del espíritu que nos nombra.

Escucharse es un buen modo de mirarse,

de verse ante el Salvador que nos habla,

que nos acoge y nos recoge con su verbo,

protegiéndonos y amparándonos del mal,

pues caminando en plegaria todo se abre.

Se desabrochan los horizontes celestes,

y se despliegan las mil bondades divinas;

porque el estilo del crucificado nos vive,

también es nuestra fortaleza de cada día,

trasformando nuestros gritos en alabanza.

II.- EL AMOR LLAMA AL AMOR;

COMO INSPIRACIÓN PARA ENTRAR DE POETA

Nuestra existencia no sólo fue deseada,

también amada por el Creador nuestro,

conducida y reconducida en comunión;

a partir del bien recibido, el de la savia,

que es un eterno perdonarse y perdonar.

Con el poder de la enmienda en el alma,

se gestiona el amar para poder ser amado,

se laborea la virtud para ser compadecido,

pues con la cesión el corazón se hermana,

tras un efectivo don y un afectivo abrazo.

Retorne al ambiente esa fidelidad anímica,

de nosotros en Cristo y Cristo en nosotros;

medida en los hechos, no en las palabras; 

en el donarse continuo, no en el ocultarse;

en el darse siempre, jamás en el retenerse.

III.- UNA NUEVA DIMENSIÓN NOS AGUARDA;

COMO ENCUENTRO PARA SER POESÍA

Después de este camino de sufrimiento,

reaparece una nueva dimensión poética,

de quietud interior y de firme esperanza;

el Ser Supremo de la vida había muerto,

pero ahora resucitado nos lleva consigo.

Tan sólo hay que seguirle y reconocerle,

mostrarse conforme a un nuevo futuro,

que se conjuga en la revelación pascual,  

consecuencia de la proyección trinitaria,

capaz de aniquilar el daño de todo mal.

Dejémonos esclarecer por su esplendor,

y acojámoslo con fe en cada movimiento;

que no hay mayor deleite, que este clima

de célebre alegría, siendo componentes

del melódico sol en todos nuestros pasos.

Víctor Herrador

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