Mié. Abr 24th, 2024

Desde la pandemia de gripe española en 1918 que causó millones de muertes alrededor del mundo, la llegada de la pandemia por el virus del SARS-CoV-2 destacó como una de las emergencias sanitarias más importantes de este siglo. 

Si bien es cierto luego de 3 años la vacunación masiva ha demostrado ser una herramienta eficaz para ayudar a detener el avance de la pandemia, frenar la propagación del virus y reducir los casos graves y por ende las hospitalizaciones, la lucha contra esta enfermedad sigue siendo prioritaria .

Las vacunas contra el COVID-19 desarrolladas en la tecnología de ARNm (ARN mensajero), como las de Moderna, se basan en simular una secuencia del virus que les da instrucciones a las células para producir proteínas específicas, desencadenando una respuesta inmunitaria. 

Esto se consigue mediante varios procesos, en los que el ARNm contenido en la vacuna se encapsula primero con lípidos o grasas para protegerlo y facilitar su ingreso al organismo. Una vez administrada la vacuna y recibida la instrucción del ARNm a nivel de las células, se inicia la fabricación de las proteínas contra el virus (anticuerpos protectores). Una vez cumplido su propósito, el ARNm no permanece mucho tiempo en el organismo, ya que el mismo es degradado de manera natural una vez emitida la señal sin provocar cambios permanentes ni alteración en el ADN.

Recientemente, Moderna solicitó la autorización de la FDA para su vacuna nueva vacuna actualizada contra COVID-19, que ha mostrado una sólida respuesta inmunitaria en los datos clínicos preliminares.

Esta nueva vacuna, que será monovalente, contiene ARNm que envía instrucciones a las células para producir proteínas de espiga que protejan contra el sublinaje XBB.1.5 del SARS-CoV-2 (mRNA-1273.815) que es la nueva variante de interés que circula de manera predominante a nivel mundial, lo que demuestra la rapidez de este tipo de tecnología en materia de innovación, lo que se traduce en beneficios para la salud pública.

La Dra. Yamile Sandoval Sánchez, gerente médico de la Unidad de Vacunas de Asofarma, explica que el objetivo de administrar una dosis de refuerzo es potenciar la respuesta inmunitaria, elevar el nivel de los anticuerpos neutralizantes o protectores y contar con más tiempo de protección contra el virus y sus variantes de interés (predominantes) entre una temporada y otra. De este modo, el organismo estará mejor preparado para enfrentarse a las nuevas variantes del virus que estén circulando.

Hoy en día la comunidad científica ha trabajado incansablemente para desarrollar vacunas eficaces contra el COVID-19.

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