Vie. Abr 19th, 2024
Castillo Betances destacó que más del 90% del comercio intra-bloques esta liberado. Sin embargo, el flujo comercial nos revela el bajísimo aprovechamiento del mercado intrarregional que apenas alcanza “un 13%; habiendo perdido 9 puntos en relación al 2015, (20%).

El embajador de carrera José Manuel Castillo Betances al impartir la conferencia en el Ministerio Relaciones Exteriores, (Mirex),  “El Gran Dilema de América Latina y el Caribe: Integrarse o Vivir condenada al Subdesarrollo y la Brutal Desigualdad”, planteó que mientras las potencias hegemónicas elaboran sus planes respecto a nuestra región, América Latina y el Caribe continua atomizada lo que constituye una gran debilidad.  Puntualizó que La integración regional a 500 años de distancia de la barbarie colonizadora y a  200 años de la independencia política nominal, continua constituyendo la más alta aspiración de los pueblos latinoamericanos y caribeños, para  crear  un mercado común de bienes, servicios, capitales y mano de obra, a los fines de ampliar las perspectivas integracionista de cara a superar los flagelos de pobreza y desigualdad de gran impacto humano en la región.

Explico el diplomático dominicano que ante el cambio en la geo economía global se hace imperativo enfocarse en la integración como la única alternativa posible para superar el subdesarrollo y la brutal desigualdad que impera en la región. Argumentó que en el contexto social, las mediciones de organismos internacionales, con el apoyo de coeficientes como el índice de Gini del Banco Mundial, y los propios indicadores dados por el PNUD en el Índice de Desarrollo Humano, (IDH), así como los indicadores económicos de la CEPAL, nos sitúan como la región más desigual del planeta, con alto indicadores de pobreza e indigencia, que en la actualidad alcanza “un 32,8% y 12,3%” respectivamente. Es decir, 230 millones de pobres y 99 millones de indigentes, constituyendo un drama humano que se erige como un verdadero obstáculo al desarrollo. Y, que las estadísticas nos reflejan una región con serias dificultades en su resultado del IDH,  con apenas un limitado grupo de cinco países con cierto desarrollo humano muy alto, como es el caso de “Chile (42), Argentina (47), Costa Rica (58), Uruguay (58), y Panamá (61).

Refirió que los profundos desequilibrios sociales han incidido notablemente, para convertir a la región en la más violenta del planeta. Es así, como con apenas un 8% de la población mundial tiene una tasa de homicidio de 17,2% por cada 100 mil habitantes. Cuyo índice a nivel regional ha mejorado producto del crecimiento poblacional, lo que indica que en término absoluto los crímenes y homicidios se han incrementado. Señaló el especialista en relaciones económicas internacionales, que el cambio que experimenta la nueva división internacional del trabajo, se expresa en que la hegemonía que ostentaban naciones desarrolladas como los Estados Unidos, Japón y Europa se ve sensiblemente afectada por una nueva potencia que emerge, China y otros países emergentes. “De hecho, el polo de crecimiento del producto y el comercio mundial se está desplazando del Atlántico al Pacífico, acotó”. 

Resaltó que las proyecciones expuestas por la prestigiosa firma Goldman Sachs, coinciden con el fin del siglo de las humillaciones de China, en cuyo contexto la mencionada firma plantea que las siete principales economías en 2050 serían: China, Estados Unidos, India, Brasil, México, Rusia e Indonesia. Es decir, habrá un G7 distinto al que impera hoy día; por lo que indicó que, ante esa nueva realidad la región debe de proponerse concluir su dilatado proceso de integración.

Castillo Betances destacó que más del 90% del comercio intra-bloques esta liberado. Sin embargo, el flujo comercial nos revela el bajísimo aprovechamiento del mercado intrarregional que apenas alcanza “un 13%; habiendo perdido 9 puntos en relación al 2015, (20%). Contrario a otras regiones como la Unión Europea cuyo nivel de comercio interno alcanza un 62%, seguida de los países del sudoeste asiático ASEAN, con un respetable 52%. Es en el contexto de esta nueva reconfiguración global que debemos preguntarnos si nos integramos o continuamos fragmentado, apuntó.

El embajador reseñó que  la economía de la región ha tenido en los últimos años un pobre desempeño expresado en un marcado decrecimiento acelerado de un “0,5%” en 2019, cifra inferior al 0,9% anotado en 2018”, y, frente a la terrible pandemia se experimentó una contracción de -9,2%. Lo que se tradujo en la quiebra de diversas economías en la región, teniendo como resultado el incremento del desempleo, la agudización de la pobreza y la caída de los principales indicadores sociales. Con el agravante de que conforme al FMI para el 2023 su economía apenas crecerá 1,9%; lo que profundiza sus niveles de desigualdad, donde “el 76,8 % de la población pertenece a estratos de ingresos bajos o medio-bajos”.  

Valoró que América Latina y el Caribe, cuyas características de pueblo, como temprano lo definiera el gran libertador Simón Bolívar, como ninguna otra región comparte las mismas tradiciones, lenguaje e idiosincrasia. Teniendo entre sus preeminencias: la compatibilidad de los valores socioculturales, religiosos, políticos y económicos; la existencia de instituciones organizadas favorables a la integración y el interés común de una mayor inserción en la economía mundial, lo que verdaderamente está llamado a facilitar el proceso de integración; si tomamos en cuenta el referente europeo que tuvo que superar una guerra de exterminio para iniciar su exitoso proceso integracionista.  

Reveló que la región carece de un ente que por mandato supranacional sea capaz de cohesionar los diversos sub-bloques de integración. Por lo que su enfoque enfatiza la necesidad de superar la atomización del proceso de integración teniendo un marco institucional centrado en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Asociación Latinoamericana de Integración, (ALADI), que con un acertado acompañamiento de la Comisión Economica de la ONU, para Latinoamérica y El Caribe (CEPAL), garantice el nivel de armonización y coordinación de políticas públicas requeridas, para la consecución de una comunidad política y económica capaz de propiciar el desarrollo regional.

Finalmente, el experimentado diplomático propone un mecanismo amparado en la Cumbre Anual por la Integración, que armonice las sinergias de una Mesa Técnica de Convergencia liderada por la CELAC y ALADI, esta última, con méritos y amplia experiencia en la materia.  Y, del otro lado, en el ángulo político, la CELAC, entidad generadora de consenso abalando el proceso de acercamiento y complementación de los distintos esquemas de integración subregionales, a los fines de fusionarse en un SOLO gran proyecto integracionista que abarque todo el subcontinente, desde Rio Grande hasta la Patagonia, un solo objetivo, “INTEGRACIÓN”. Para desde ahí, iniciar la marcha sin regreso hacia el progreso y bienestar de las naciones del Gran Bolívar, Martí, Sucre, San Martin, Betances, Hidalgo y su grito de Dolores, Duarte, Bosch,  y otros grandes próceres de la libertad latinoamericana y caribeña. Dejando atrás y para siempre el subdesarrollo y el atraso que lacera la vida de los pueblos de la América morena de Martí.

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