Jue. Abr 25th, 2024

Por Margarita Burgos

El matrimonio, como institución, está en crisis.

 Los datos, tan fríos como reveladores, son alarmantes. La gente cada vez se casa menos y se divorcia más. De cada dos parejas que contraen nupcias, una acabará separándose legalmente. El porcentaje de divorcio ronda entre el 48% y el 52% en varios países de Europa, pero trepa hasta el 69% en lugares como Portugal. ¿Qué ocurre? ¿Por qué cuesta tanto encontrar la pareja ideal?

 Al principio todo parece color de rosa, abundan los detalles, domina la tolerancia y la “luna de miel” promete ser eterna. Cada uno hace el mejor esfuerzo por tratar de mantener aquella imagen con la que enamoró a su otra mitad. Pero no siempre será así..

Por eso es importante la compatibilidad en la pareja.

 No necesariamente tienen que coincidir en todo, pero sí en los aspectos más relevantes para la formación de una familia, aunque esta sea solo ellos dos en caso de que ambos decidan no tener hijos. No está mal que los integrantes de una pareja tengan pasatiempos y amistades diferentes, hasta es saludable. Pero también deben compartir otras actividades y amistades, proyectos y metas, además de respetarse, comunicarse mucho y atraerse física y mentalmente.  

Con el roce y la convivencia diaria es imposible que no haya problemas, no existe la pareja que no los tenga. Sin embargo, la clave es la manera de resolverlos. Eso marcará el destino de la pareja y descubrirá las verdaderas personalidades, para fortalecerla o para hundirla. Nada dañará más a un matrimonio que los problemas no se ataquen ni se resuelven sino que se escondan como la basura bajo la alfombra.

Como si se tratase de la lava de un volcán, eso se va acumulando hasta que estalla. Y esta erupción suele ser caótica, inesperada, devastadora y muchas veces deshace la pareja. Es cierto que en esos casos se puede recurrir a una ayuda terapéutica neutral y tal vez el amor y la razón ganen, pero es mejor no llegar a ese punto porque puede no tener retorno.  

Hay algo llamado síndrome de estrés post romántico, un término acuñado en 1986 por el psicólogo Robert Sternberg. Muchas parejas confunden la disminución de esa “chispa característica del amor romántico con la pérdida del afecto, cuando la verdad es que se transforma en amor de compañía, basado en algo más maduro que la pasión”.

Para Sternberg, las relaciones evolucionan desde la pasión al compromiso. “Superada la fase del enamoramiento (12 a 18 meses) la fogosidad no es como antes y en lugar de vivir esa transformación como algo natural otros lo viven como un calvario, que lleva finalmente a la destrucción de la relación”, explica el psicólogo. 

Algunos síntomas del síndrome del estrés posromántico son el aburrimiento, no encontrar validación en nosotros con el otro o con nuestras ideas, deseos de pelear siempre y desacuerdos constantes. Sin embargo, pensar que el concepto de “la media naranja” es simplemente un invento del marketing es erróneo. En todo caso, lo que marketing hace muchas veces es convertir en media naranja a cualquier limón que se nos cruza en el camino. 

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