Dra. Margarita Burgos
Por años, el aburrimiento fue considerado un simple estado pasajero, algo que se contrarrestaba con nuevas actividades o compañía. Sin embargo, en la actualidad, psicólogos y educadores advierten que entre los adolescentes está emergiendo un fenómeno más complejo y persistente: el ennui, una forma de apatía emocional y existencial que no se resuelve fácilmente.
Este término francés, popularizado por escritores como Baudelaire, describe un vacío interior, una falta de propósito que va más allá del tedio cotidiano. En palabras del propio poeta francés, “es Ennui… sus ojos llenos de lágrimas imaginarias”, una sensación que parece describir con inquietante precisión a muchos jóvenes de hoy de la Generación Z.
Diversos estudios recientes confirman que esta desmotivación no es un simple capricho generacional. Una investigación publicada en el Journal of Adolescent Health indica que el aburrimiento persistente entre adolescentes ha aumentado de manera significativa en los últimos años, especialmente entre las mujeres.
Se estima que entre el 91 % y el 98 % de los jóvenes experimentan aburrimiento de forma frecuente, y un porcentaje creciente lo describe como algo que “no se va”, sino que se instala en su vida cotidiana. La plataforma académica MDPI ha señalado que esta sensación prolongada de vacío se asocia con mayor riesgo de conductas impulsivas, consumo de sustancias y episodios de ansiedad.
En Estados Unidos, la National Institutes of Health informó además que el 20.3 % de adolescentes entre los 12 y 17 años presentan algún diagnóstico de salud mental, un dato que revela la magnitud del malestar juvenil contemporáneo.
El ennui adolescente no solo se manifiesta en los datos, sino también en la voz de quienes lo padecen. En foros y redes sociales abundan testimonios de jóvenes que describen una especie de desconexión emocional, una sensación de estar “en pausa”.
“Estoy tan aburrido que no sé qué hacer conmigo mismo. Nada nuevo pasa en mi vida”, escribió un usuario de dieciséis años en un espacio virtual dedicado a la salud mental. Estas frases, aunque cotidianas, condensan un fenómeno global que inquieta a padres, docentes y profesionales de la psicología: la sensación de que nada motiva, de que todo parece irrelevante o carente de sentido.
Los especialistas señalan que esta apatía responde a una combinación de factores. Por un lado, los adolescentes viven bajo una presión constante por rendir y destacarse, tanto en el ámbito académico como en el digital. La vida mediada por pantallas ofrece una sobrecarga de estímulos, pero poca profundidad emocional.
Además, la rutina escolar, las expectativas familiares y el miedo a fracasar crean un entorno en el que el entusiasmo se convierte en una carga. Muchos jóvenes terminan agotados antes incluso de definir sus propios objetivos.
Las consecuencias del ennui pueden ser silenciosas, pero profundas. La desmotivación sostenida afecta el rendimiento académico, deteriora las relaciones sociales y puede derivar en problemas de autoestima o incluso en síntomas depresivos.
Los expertos insisten en la necesidad de abordar este fenómeno dialogando con mucha paciencia y aprendiendo a darles su propio espacio, se busca que poco a poco alcancen la madurez y logren estabilidad. La turbulencia emocional y la aparente apatía que manifiestan forman parte natural del proceso de desarrollo de su personalidad y carácter.
