Jue. May 16th, 2024
Foto: Cortesía

Por Víctor Corcoba

(Con el esplendor del crucifijo, resplandor del mundo, todo se ilumina con la viva verdad de su abrazo, en nuestras moradas. Se aclaran los sueños y se esclarecen los pueblos, la incertidumbre del mundo nos abandona y nos alumbra la inocencia de una criatura, esperanza que nos redime; en medio de un gozo hogareño, que se hace refugio y rincón de anhelos).

I.-  ANTE LA ESTRELLA DE LA HUMILDAD

Un destello nuevo comenzó a germinar,

sobre la centelleada noche de Navidad,

el mundo se vistió y se revistió de paz; 

como inspira la figura de la providencia,

con una estrella que cautivó a los Magos.

Sobre el gran horizonte de la humanidad,

Jesús es el fuego que brotó para vivirnos,

para resplandecer la existencia personal,

y así poder abrazar la libertad cada ser,

que es lo que nos injerta quietud y vida.

Encadenados a la cadena de la palabra,

vamos tejiendo voces, olvidando penas,

en íntegra comunión y hacía sí mismo,

con Dios y entre nosotros enmendados,

pues una vez acrisolados nos elevamos.

II.- JUNTO A LA ESTRELLA DE LA MAÑANA

Levantados por la estrella de la mañana,

nada se nos resiste a los labios de María,

sólo hay que entrar en la contemplativa,

recoger su hondo mensaje de esperanza,

y acoger el laurel del Padre en el alma.

Reaparezca el recogerse para escucharse,

el acogerse en trasmisión para removerse,

el conmoverse con el niño que nos nace;

haciéndonos resplandecer con la alegría,

de sentirnos más celestes que mundanos.

Ejercitemos la búsqueda sin desfallecer,

entremos en comunión con la luz divina,

que sabe vencer las tinieblas más negras;

postrémonos en devoción ante el Señor,

y nos encontraremos cada cual consigo.

III.- BAJO LA ESTRELLA DE LA NOCHE

En nuestras noches hay que observarse,

verse con las ventanas abiertas al cielo,

descubrirse con un corazón incansable,

dispuesto a darse y a donarse sin más,

a facilitar el encuentro entre peregrinos.

Todos somos buscadores de concordia,

necesitamos ensanchar nuestra mirada,

mantener enérgico el deseo de unirnos,

sentirnos curados de cualquier egoísmo,

para poder abrirnos al amor y amarnos.

Por muy oscura que sea la madrugada,

siempre nace un sol que nos reverdece,

que nos pone en acción y nos interpela,

reflejo de la aureola que Cristo nos da,

para que irradiemos el poema perfecto.

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