Mar. Mar 19th, 2024
Foto: Cortesía

(Hace tiempo que el miedo y la desesperación se han apoderado del corazón de muchas gentes, a través de contiendas que nos deshonran por dentro y nos desmoronan por fuera. A propósito, pensemos y repensemos sobre lo que dijo Jesucristo: “El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella”).

I.- EL BUEN PROPÓSITO

Asegurar el valor de la existencia,
ha de ser nuestro mayor desvelo;
nadie puede quedar en armonía,
sino trabaja hasta dejarse la piel,
por legar savia y relegar de furias.
Vuelvan a nosotros los respetos,
la siembra de las sonrisas claras,
los mil lenguajes reconciliadores;
aquellos silencios que nos hablan,
del vínculo de unión al Creador.
Permitamos que el árbol florezca,
que sus ramas se junten entre sí,
que nos gobierne su proyección;
la de dar sombra al caminante,
y ser morada de paz a los ojos.

II.- LA MEJOR DISPOSICIÓN

Volquemos los talentos en amor,
cultivemos el amar como caricia,
mantengamos un estilo de vida,
que nos cree y nos recree el ver,
que nada es sino viene de Dios.
El bien no es la ausencia del mal,
es más un estado de conciencia,
un modo de vivir y de moverse,
una predisposición a la entrega,
y una disposición a la clemencia.
Hay que tener fe en uno mismo,
situarse ante la nada y el todo,
abandonarse o quererse sin más,
todo va a depender de la huella,
entre lo vivido y lo propagado.

III.- LA PEOR SALIDA

Con voluntad todo se alcanza,
lo más ínfimo se hace grande,
lo indecente se vuelve decente;
pues todo se reconduce al gozo,
de mostrar pasión y compasión.
El peor paso está en dejar hacer,
en no ponernos en conversión,
en no dejarnos guiar por Jesús,
por el alma del don de la verdad,
que es el que nos vive y revive.
La maldad es un modo de morir,
de llevarnos al caos unos a otros,
de perdernos sin reencontrarnos,
de hundirnos en el cruel abismo;
destronados de ser y destrozados.

Víctor Corcoba Herrero

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