Mié. May 1st, 2024
Foto: Cortesía

En estos últimos días del 2023, y a modo de regalo de fin de año, les dejaré un útil consejo: no se dejen engañar. Abran bien los ojos y no permitan que nadie se entrometa para moldear su personalidad con el único objetivo de embaucarlos al punto de terminar en situaciones incómodas o estafados económicamente. 

Para esto, y a modo de ejemplo, les comparto lo que ocurrió hace un tiempo en una pequeña localidad de Murcia, España. Allí, con la excusa de que se trataba de uno de los puntos energéticos más potentes del mundo, se instaló un centro de meditación que atraía gente de todo el mundo para meditar, cantar en grupo o participar de ceremonias colectivas en honor a los dioses Shiva o Ganesh.

La Fundación Mahasandhi, quien operaba esta estructura liderada por el gurú español José Manuel Cánovas Rivera, se definía como una entidad “sin ánimo de lucro” con el objetivo de crear “un lugar donde converjan distintos puntos de vista”, tanto filosóficos como religiosos o culturales. Pero había algo más…

Cánovas Rivera, que adoptó el nombre de Trascendencia Total, aseguraba haber recibido enseñanzas de distintos lamas y difundía “su sabiduría” a través de eventos varios como retiros espirituales de yoga y meditación o sesiones de voluntariado. El guía espiritual levantó un complejo de 100.000 m2 en un paraje desértico y apartado de manera de poder operar con total libertad.

Sin embargo, lo más curioso es que la Fundación Mahasandhi se dedicaba a la captación de miembros de distintos niveles. Prometían ser el “camino hacia la Verdad Suprema”, pero a cambio tenían que comprometerse a dar una contribución anual de 2.000 euros o 175 euros mensuales “para respaldar los fines de Mahasandhi”. Además, debían “estar dispuestos a hacer contribuciones excepcionales cuando surja la necesidad”, según su página web.

Pero no era simplemente una estafa económica, de las cuales abundan desde siempre. La organización obtenía de sus miembros «trabajo gratuito, dinero y bienes», pero además lo hacía usando «sustancias psicotrópicas y tóxicas». José Manuel fabricaba unos «elixires milagrosos» que suministraba a sus fieles y también vendía en plataformas online. Algunos de sus adeptos aseguran que solía darles «unas gotas de un producto que desconocían».  

Tras muchas denuncias, allanamientos y la detención de su líder, encontraron 180 kilos de mercurio, un metal altamente tóxico que utilizaba como ingrediente en sus elixires. Además, 90.000 euros en billetes, un revólver, una colección de armas blancas, múltiples enseres para la práctica de la «alquimia» y 19 kilos de marihuana. 

Entre las prácticas habituales, había mutilaciones, castigos físicos y ritos sexuales, que formaban parte de las técnicas de manipulación coercitiva que el gurú utilizaba para someterlos, siempre con la excusa del progreso de su espiritualidad. La obediencia al líder era incuestionable, por lo que ingerían lo que él les diera, sin siquiera preguntar.

Esto nos lleva irremediablemente a recordar la fábula de la rana y el agua hirviendo. ¿La recuerdan? Si alguien pone a una rana en agua hirviendo, esta va a querer escapar inmediatamente o morirá allí. No obstante, si se mete en agua a temperatura normal, pero se va calentando el agua gradualmente la rana se quedará tranquila y morira sin darse cuenta.

En un mundo lleno de estafadores y falsos mesías, estamos expuestos todo el tiempo a que nos suceda lo de la rana. Mi consejo de fin de año es que no nos dejemos engañar ni manipular:  «Recordemos a la rana y no dejemos que poco a poco nos vayan hirviendo el agua»

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos 

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