Dom. Dic 8th, 2024
Foto: Cortesía

(Nuestro paseo por aquí abajo tiene un final en la materia. Se aletarga porque sí y sólo se aviva a través del soplo del Creador. Nos ha hecho crecer, acompañándonos con un corazón tierno. También solloza por nosotros, aunque le desilusionemos, con la idolatría que llevamos dentro).

I.- LA CAÍDA DEL CUERPO

La expiración de la materia está ahí,

en cualquier momento nos alcanza;

es un desmayo del que sólo Jesús,

nos puede restablecer con su amor,

despertar y llevar consigo al Padre.

Lo valioso es nutrirse de la palabra,

sostenerse y sustentarse en la cruz,

alentarse y alimentarse de su albor;

así encontraremos el gozo efectivo,

el perdón que repara e injerta vida.

Hemos sido creados para florecer,

y aunque la muerte física aparezca;

el aire de la fe en medio del llanto,

aclara el barro y esclarece barreras, 

mueve los pulsos y remueve pausas.

II.- EL CUERPO DE LOS MORTALES

Cristo pereció para vencer la caída,

para dar savia nueva a los humanos,

para proveer de ensueño la materia;

prendiendo los frutos de la bondad,

y disipando los daños de la maldad.

Enfundado el rostro en un sudario,

persevera en nosotros el Salvador,

acojámonos a su auténtica plegaria, 

vaciemos las piedras que cargamos,

y pongámonos en aptitud de amar.

Todo será más providencial a la luz,

sólo el Redentor puede elevarnos,

conducirnos y reconducirnos a Él,

en virtud de su eterna humanidad,

y de su noble y humana divinidad.

III.- LA REGENERACIÓN PERPETUA

Todo se eclipsa sin el soplo celeste,

nada es sin el Señor o fuera de sí,

somos andarines con su asistencia,

necesitamos recobrar lo armónico,

y rescatarnos de nuestras miserias.

Sirvámonos ese baño de revisión,

echemos las tinieblas del pecado,

vivamos en los brillos del deleite,

dejemos que la irradiación anide,

y que la luminosidad nos alumbre.

Que la Virgen María nos socorra,

nos refuerce a ser tan compasivos,

como lo fue su humanitario Hijo,

que concibió suyo nuestro dolor,

para no recaer jamás en el tránsito.

Víctor Corcoba Herrero

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