Dom. Abr 28th, 2024
Consumidores más precavidos ante el entorno económico pero optimistas, según el Índice del Consumidor del Futuro de EY ● El estudio de EY da una perspectiva de 360 grados sobre el consumidor, que abarca el comportamiento actual, sentimiento e intención. ● El 31% de los encuestados no espera que la economía global mejore en el próximo año, sin embargo, el 50% dice tener confianza en el futuro.

Son tiempos difíciles para las mujeres. Al acoso físico, que no ha mermado, se le suma el acoso virtual, ejercido sobre todo a través de las redes sociales con mucha impunidad. A través de diversas plataformas en línea, las mujeres enfrentan ataques, acoso y violencia de género que afectan su bienestar, su seguridad y su participación activa en la sociedad digital. En fin, se trata de una forma más sencilla y cruel, pero sobre todo llena de variantes.

Se manifiesta de diversas formas, incluyendo el envío de mensajes de odio, amenazas, difamación, divulgación no consensuada de imágenes íntimas, suplantación de identidad y otros comportamientos abusivos. Va desde faltarnos al respeto si escribimos algo hasta el acoso con diferentes vulgaridades y amenazas basándose en el anonimato.

Hubo una época al iniciar el uso de estos medios digitales, alguien, un antiguo consultante, usaba diferentes perfiles para insultarme. Me amenazaba por el diagnóstico que había recibido de mi parte. Lo peor de todo fue que, sabedora de quién era, contacté a los padres y justificaron la conducta de su hijo sin darse cuenta que no había razón para la misma.

Por lo general, estos ataques son impulsados por la misoginia, el sexismo y la violencia de género arraigados en nuestra sociedad, y se intensifican en el entorno digital, donde la impunidad y el anonimato facilitan la perpetuación de este tipo de conductas.
 
A veces los profesionales tenemos que hablar de problemáticas que existen, pero nadie desea escuchar. He leído casos de pacientes que mataron al médico al decirles que padecía cáncer. También suelen mandar imágenes obscenas de sus miembros y muchos más, que gracias a Dios y mucho cuidado no he tenido que afrontar, pero sí algo que muchas mujeres y jóvenes que han nacido en esta época tuvieron que sufrir. Por eso se recomienda ser prudente. Lo que pones en las redes se propaga en instantes y permanece allí de por vida ante miles de ojos que ni siquiera conoces.

El libro Violencias de género en entornos virtuales, de Trinidad Donoso Vázquez, detalla algunos aspectos claves que ayudan a entender por qué las nuevas tecnologías son un terreno fértil para los acosadores: 1) accesibilidad (“facilita que cualquier persona pueda hacer un mal uso”); 2) anonimato (“aumenta la sensación de impunidad del delincuente”); 3) diversidad (”amplía el rango de posibilidades para ejercer la violencia”); 4) constancia (“posibilita una insistencia desconocida hasta ahora”); 5) ubicuidad (“no importa la distancia geográfica”); 6) potencia (“el control y acoso a través de internet posibilita al delincuente tomar control de las esferas pública y privada de la víctima”) y; 7) falta de control (“añade una sensación importante para la víctima al aumentar su sensación de angustia y otorgar más poder al delincuente”).

Ese acoso tiene consecuencias graves para las mujeres que lo experimentan. Puede afectar su salud mental, generando ansiedad, depresión y estrés postraumático. Además, daña su autoestima, su imagen corporal y su capacidad para participar libremente en espacios en línea. Muchas mujeres optan por abandonar las redes sociales y otros espacios digitales para protegerse, y eso tampoco está bien.  Definitivamente, autocensurarse no es el camino. Pero ser precavidas es una buena receta, así que lo mejor es no compartir datos personales, no aceptar a cualquier desconocido como amigo digital y aprender a bloquear a abusivos. 

 Dra Margarita Mendoza Burgos

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