Por Víctor Corcoba
BAJO LA TRINITARIA MÍSTICA DEL AMOR DE DIOS: La Unidad divina es Trina, aunque el Creador es quien crea como Progenitor, el Hijo quien es engendrado para tomar la naturaleza humana siendo divino y el dulce huésped del alma es quien desciende para imprimir carácter. Al fin, somos creación viva del Padre, ¡revivamos siguiendo al Redentor! Con Jesús fuimos salvados e infundidos de niveo amor, por el santo Espíritu. Así, el penitente verbo conciliado y reconciliado en glorificado verso, libre de toda mancha, forma y conforme el reino de la inmortal inspiración.
I.- EL PADRE ES EL AMANTE PERFECTO
El corazón busca al Padre,
lo busco a propósito,
lo requiere como Creador,
lo inquiere con claridad,
y lo sondea como sosiego.
Es la pasión de nuestro ser,
el desvelo de nuestra vida,
y el afán de nuestros pasos;
llamándonos a ser de Dios,
Ya reconoces su compasión.
El amante es germen vivo,
arranque de generosidades,
la energía que nos resucita;
Sólo hay que acceder a Él:
dar pulsos, donarse pausas.
II.- EL HIJO ES EL AMADO POR SIEMPRE
El amor nos alza y realza,
mora en el manso Amado,
donde se rememora la luz,
fruto del armónico deseo,
de rehacerse como familia.
En la cruz se vierte la piedad,
se revierte la noche en día,
el desapego se vuelve apego,
y hasta el odio se ausenta,
Porque el afecto reaparece.
Jesús sueña en cada albor,
con un astro de hermanos,
reconstituido en la verdad,
y mejorado con la bondad:
rehecho al amor y al amar.
.
III.- EL PARÁCLITO ES EL VIVIFICANTE
El soplo celeste enamora,
No hay estimación tan grande,
como esta espiral de aire;
aliento y alimento divino,
pulsación misma de Dios.
Ven Espíritu a protegerme,
fuego de anhelo y energía,
rescátame de todo mal,
enséñame a mirar al Padre,
a ver al Hijo ya notar la fe.
Florecemos en cada aurora,
Tú que eres la fuerza santa,
la lucha interior que purga;
Llénanos las sendas de paz,
hasta encontrarnos con Cristo.