El destete es una etapa inevitable en la vida de toda madre y su hijo. Aunque muchas veces se asocia únicamente a un proceso físico, en realidad también implica una carga emocional importante. La llamada tristeza posdestete describe esa sensación de nostalgia y vacío que aparece cuando la lactancia llega a su fin.
Se trata de una sensación de nostalgia que en muchos casos lleva a que algunas madres sigan lactando a hijos ya mayores, incluso con dentadura desarrollada. Es natural que, a mayor edad, el destete resulte más doloroso tanto para la madre como para el niño. Si bien la lactancia fortalece el vínculo afectivo, llegado cierto punto es necesario iniciar este proceso de separación. Poner punto final.
Amamantar estimula la liberación de endorfinas y otras sustancias químicas conocidas como las “hormonas de la felicidad”: serotonina, dopamina y oxitocina. Todas ellas están relacionadas con el bienestar, el placer y la regulación del ánimo.
Además, la lactancia puede favorecer la pérdida de peso posparto, ya que el cuerpo quema calorías adicionales para producir leche materna. No obstante, este efecto varía en cada mujer y no es un método seguro ni rápido para adelgazar. Muchas madres también creen que durante la lactancia es imposible quedar embarazadas, pero esto no siempre es así.
Durante los primeros seis meses de vida, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva, ya que aporta beneficios únicos e irreemplazables para la salud del bebé. No obstante, también sugiere continuar con la leche materna de forma complementaria, junto con otros alimentos, al menos hasta los dos años.Estas consideraciones, sobre todo para madres de menos recursos para dar alimentacion de otro tipo, lo importante es la lactancia de los primeros meses y de la trasmision de defensas para el organismo del calostro o primeras leches maternas
El destete puede resultar traumático porque, más allá de lo físico, implica una disminución en el flujo hormonal y una sensación de vacío al perderse ese contacto íntimo entre madre e hijo. Sin embargo, es importante recordar que el vínculo no desaparece con el destete; la relación madre-hijo sigue siendo profunda y tiene aún un largo camino por recorrer.
La experiencia también varía según la historia de cada madre. Por ejemplo, si ya ha tenido otros hijos, puede que el proceso sea diferente, a menos que exista un lazo especial con el nuevo bebé: un hijo de reconciliación o el intento de reforzar un vínculo de pareja a través de la maternidad.
En lo físico, el destete no solo impacta en las hormonas, sino que también abre paso a mayor independencia, tanto para la madre como para el niño. Aunque es una etapa común y natural, lo difícil es manejar la carga emocional que puede traer consigo. Por eso, es fundamental aprender a soltar poco a poco, entendiendo que nuestro hijo, que antes estuvo dentro de nosotras, también necesita su propio espacio de crecimiento.
Por lo general, no se requiere intervención profesional. Sin embargo, si la madre atraviesa un estado anímico muy bajo o se resiste al destete, puede ser necesaria la ayuda de una terapia para acompañar el proceso.