Mié. May 1st, 2024
Foto: Cortesía

Por Dra. Margarita Burgos

Es bastante común encontrar en nuestra cultura iberoamericana a personas que se hacen las víctimas y suelen sacar provecho de eso. Mediante el victimismo consiguen ganar la atención de los demás, evitan tomar decisiones, esperando a que otros resuelvan sus problemas. 

Al final consiguen aquello que esperan sin poner esfuerzo de su parte, y como si fuera poco, se sienten cuidadas y apoyadas. Esa victimización se convierte en una efectiva estrategia para querer evadir alguna tarea o rol que no les agrada. Claro, también podrá haber casos que no surgen de esa estrategia mencionada, sino que se trata personas que piensan que sus emociones vienen determinadas por las circunstancias de la vida y a ellos les ha tocado lo peor.  

Aunque simbólica, desde que nacemos, siendo bebés, utilizamos esta estrategia. Empiezan a llorar y no se detienen hasta que alguien llega a consolarlos. Una escena muy común, sobre todo en madres primerizas, es ver a abuelos u otros familiares intervenir debido a que el llanto del bebe «nos parte el alma». Y así se inicia la radiografía de aquel que se queja de todo, para evitar el ejecutar alguna tarea no deseada. 

Por lo general, estas personas tienden a exagerar lo negativo en detrimento de lo positivo. Eso les impide valorar las cosas buenas que les ocurren en su vida. Se preguntan: ¿Por qué a mí? Creen que el mundo está en su contra. Pero saben que eso tiene un beneficio: recibirán atención inmediata, gratificaciones no ganadas y el apoyo de alguien que se compadezca de nosotros. Siempre habrá un alma sensible, un corazón empático para ayudarnos.  

Con esta patología nos hacemos las víctimas para lograr nuestros objetivos. Es irónico que esto se de en una sociedad que desvirtúa a las verdaderas víctimas, ya que desde esa perspectiva y del lado contrario se puede acallar a víctimas verdaderas cuando se quejan o expresan una situación realmente importante. 

Eso ha generado una cultura del victimismo, que además puede resultar muy efectiva en ciertos momentos. Veamos recientemente el caso de las celebridades Jhonny Depp y Amber Heard. Ambos se quejaban de ser víctimas de calumnia y no victimarios. En este caso también se puede apreciar como las víctimas y /o victimarios tienden a repetir una y otra vez el patrón sin salir de una relación tóxica.

En todos los grupos suele haber siempre alguien que tiende a hacerle la víctima… y dentro de ese mismo grupo también lo hay quien está dispuesto a salir al rescate. Gente empática y de corazón abierto. Sin embargo, conviene ser prudente y no caer en el juego de la supuesta víctima. 

Cuando una persona pide ayuda a través de la manipulación a veces es preferible no ofrecer ayuda, reforzando la actitud de que consiga lo que se propone por sí misma y piense en cómo se sentirá cuando lo haga. 

Es difícil salir de ese círculo vicioso, puede darse el caso de que una persona entienda su parte en la situación y rectifique por sí misma. Lo ideal es buscar a un terapeuta capacitado, pues muchas veces vemos terapias que yo llamo “De compadres o comadres», ya que le dan la razón  al consultante para no perder al cliente.

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