Vie. Abr 19th, 2024

Al menos 2,000 migrantes cruzaron la frontera de Estados Unidos por Canadá desde el 1 de octubre de 2022 hasta el 28 de febrero de este año, diez veces más que el mismo periodo en 2021-2022, en lo que las autoridades fronterizas de ambos países describen como la apertura definitiva de una nueva ruta migratoria extremadamente peligrosa por las gélidas temperaturas invernales y la dificultad del terreno.

Los migrantes, la mayoría procedentes de México, viajan sin papeles a Canadá, donde son generalmente detenidos a su llegada si bien acaban en libertad para que puedan iniciar sin trabas la solicitud de asilo.

En enero de 2023 han cruzado de manera ilegal la frontera canadiense por el paso de Roxham Road hacia Quebec al menos 4.875 solicitantes, «un aumento espectacular» para el director ejecutivo en Montreal de la ONG The Refugee Centre, Abdulá Daud, quien explica la popularidad de este paso fronterizo porque está fuera del llamado Acuerdo de Tercer País Seguro, que obliga a los migrantes en suelo estadounidense a pedir primero asilo allí antes de viajar a Canadá.

Otros migrantes capacitados para ello simplemente pagan los 350 dólares que cuesta un billete desde Ciudad de México o Cancún hasta Toronto.

Muchos de ellos deciden intentarlo en suelo canadiense dado el buen recibimiento que les dispensan las autoridades, según explican migrantes bajo condición de anonimato a medios internacionales, mientras Daud argumenta que «en Canadá, a diferencia de Estados Unidos, la concesión de asilo sí que parece al alcance de la mano», pero otros se atreven con una ruta durísima hacia Estados Unidos que les lleva por los bosques colindantes con los estados norteamericanos de New Hampshire, Vermont y New York, el llamado sector Swanton.

La semana pasada, sin ir más lejos, la oficina del Sheriff del condado neoyorquino de Clinton tuvo que colaborar con la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos para rescatar a 39 migrantes en peligro de muerte por congelación, con sus ropas literalmente pegadas a la piel por el frío. 

Todd Gumlaw, jefe de Bomberos de la población de Mooers, en este mismo condado, tuvo que rescatar a dos mujeres mexicanas atrapadas en un pantano helado en mitad de la noche. Las dos padecían hipotermia leve y sus pies presentaban síntomas de congelación porque habían perdido los zapatos en el barro.

«Cada vez vemos a más gente y este terreno es mortal si no estás acostumbrado a él», ha avisado el sheriff, David Favro, quien ha pedido la llegada urgente de efectivos adicionales para impedir posibles tragedias. 

A diferencia de la frontera sur, recuerdan, donde más de 16.000 agentes de la Patrulla Fronteriza están repartidos en 3.200 kilómetros de línea divisoria, entre Estados Unidos y Canadá solo hay 2.000 agentes para controlar la frontera terrestre internacional más larga del mundo, con 8.000 kilómetros.

Las fuerzas de seguridad fronterizas insisten en que este aumento de efectivos que solicitan tiene el objetivo de proteger las vidas de los migrantes.

«Está claro que el número de detenciones es comparativamente pequeño en comparación a otras zonas de flujos migratorios irregulares», según el jefe de la fuerza del Sector de Swanton, Robert Garcia, quien esta semana ya se ha puesto en contacto con las autoridades mexicanas «para hacerles llegar el mensaje de que la gente que intenta esta ruta debería pensárselo dos veces dado lo hostil que es este terreno, en especial durante el invierno».

Según estimaciones, a partir de los datos del Servicio de Aduanas y Fronteras de Estados Unidos, a este ritmo unos 170.000 migrantes podrían acabar interceptados en la frontera al término de 2023, un número prácticamente discriminable en comparación con los tres millones anuales de la frontera sur.

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