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Vaticano—El cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu, de 76 años, se ha convertido en el centro de una fuerte polémica en el Vaticano al insistir en su derecho a participar en el próximo cónclave, a pesar de haber sido condenado a cinco años y medio de prisión en 2023 por delitos financieros y haber sido vetado por el papa Francisco.

Becciu fue hallado culpable por el tribunal vaticano de malversación, abuso de poder y fraude, relacionados con operaciones opacas, como la compra irregular de un inmueble de lujo en Londres y una donación de 125.000 euros a una organización vinculada a su hermano en Cerdeña. Además de la condena penal, fue inhabilitado de forma perpetua para ejercer cargos públicos en la Santa Sede y destituido abruptamente por el Papa, quien también le retiró sus privilegios cardenalicios.

Sin embargo, Becciu sostiene que no ha sido expulsado formalmente del Colegio Cardenalicio ni se le ha exigido su renuncia por escrito, lo que alimenta la ambigüedad legal de su situación. “Tengo derecho a votar en el cónclave. No pueden negarme ese derecho”, afirmó en una entrevista al medio italiano L’Unione Sarda. Según él, la única comunicación sobre su exclusión fue una nota de la Sala de Prensa del Vaticano, carente —asegura— de valor jurídico.

El lunes, Becciu sorprendió al presentarse en la primera reunión de las congregaciones generales, los encuentros preliminares al cónclave, en un gesto que muchos interpretan como un desafío abierto al Vaticano. En la entrevista, también sostuvo que en el último consistorio, el pasado 8 de diciembre, el papa Francisco reconoció que sus prerrogativas como cardenal seguían vigentes.

Su participación plantea un dilema sin precedentes: ¿puede un cardenal condenado penalmente y formalmente vetado por el Papa votar por su sucesor? Para los expertos en derecho canónico, el caso Becciu abre un debate complejo sobre la autoridad papal, los límites del derecho eclesiástico y el reglamento que rige el cónclave.

El cardenal fue durante años una figura clave en la Curia Romana. Trabajó cinco años como sustituto en la Secretaría de Estado —uno de los cargos más influyentes del Vaticano— y luego dirigió la Congregación para las Causas de los Santos. Su cercanía con el Papa fue evidente durante ese periodo. “Esta muerte (del vínculo con el Papa) es un gran dolor. Siempre hubo respeto, incluso ante diferencias de opinión”, declaró Becciu en la misma entrevista.

A medida que se aproxima el cónclave, donde 135 cardenales menores de 80 años elegirán al nuevo Papa en la Capilla Sixtina, la controversia en torno a Becciu crece. Aunque no figura en la lista oficial de electores, su edad le permitiría votar. Y su insistencia en participar revela las tensiones internas de una Iglesia que, bajo Francisco, ha intentado reformarse y alejarse de las prácticas del pasado.

Casi el 80% de los cardenales con derecho a voto fueron nombrados por el papa Francisco, muchos de ellos provenientes de Asia, África y América Latina, lo que ha diversificado la representación en el Colegio Cardenalicio. Aun así, Europa mantiene una mayoría numérica. Las votaciones del cónclave se harán a puerta cerrada, con papeletas manuscritas. Para elegir al nuevo Papa, se requiere una mayoría de dos tercios.

Por ahora, el nombre de Becciu sigue generando incomodidad en los pasillos vaticanos. Su presencia desafiante promete tensar aún más un proceso que, por tradición, debe desarrollarse en un ambiente de unidad y discreción.

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