Jue. Abr 25th, 2024
Foto: © AdobeStock

Las matemáticas suelen ser, por lejos, la asignatura más incómoda, la piedra en el zapato de los estudiantes, la materia más impopular. Tienen mal marketing y son sinónimo de dificultad. De hecho, cuando resolvemos un ejercicio matemático a eso le llamamos “problema”. Probablemente la razón principal de esa aversión casi generalizada -también hay fanáticos de los números, por supuesto- es la forma árida y a veces poco práctica con la que éstas se enseñan. Esto es imperdonable porque hay formas de simplificar las operaciones matemáticas y de hacerlas más entretenidas y comprensibles, pero no ha habido evolución en las últimas décadas.

“El odio a las matemáticas no radica en una insuficiencia intelectual, sino de un sentimiento de tensión y ansiedad que interfiere en la manera en que entendemos los números y cómo resolvemos problemas matemáticos”. Esa reflexión surge de Karen Newstead, investigadora de la Unidad de Educación Matemática de la Universidad de Stellenbosch, Sudáfrica, al tratar de buscar una explicación al tema. 

Generalmente tendemos a asociar el gusto de las matemáticas con los nerds, ya que encaja en el tipo de personas que les agrada y que se les dan bien los números. Además, ellos ven más el lado práctico de las mismas, y mucho más en la actualidad, donde todo se hace por medio de algoritmos, desde las búsquedas en Google al marketing dirigido. 

Es necesario enseñar las matemáticas de manera diferente, pero para eso se necesita formar buenos docentes y aplicar métodos innovadores. Sin embargo, los programas son los mismos de hace 40 años en un mundo que evoluciona permanentemente. Además, el sistema educativo en general premia la retención de datos frente a la lógica y la comprensión del problema. Conclusión: los alumnos memorizan “recetas” sin conocer su significado.

Desgraciadamente no veo una transformación radical, por lo menos en lo inmediato, en la manera de enseñar matemáticas. Se tendrían que hacer cambios en los profesores y en las currículas estudiantiles y eso requiere que los docentes sean más flexibles y de un presupuesto económico adecuado.

 En Venezuela, por ejemplo, hubo un Ministerio de Desarrollo de la Inteligencia, pero el proyecto no sobrevivió al contínuo cambio de gobernantes. 

Personalmente recibí estos cursos en España y volví cargada con todo lo necesario para implementarlos en El Salvador, pero aun ahora nadie se interesa en ello .  

Un caso de estudio es Canadá, donde han decidido dedicarle menos tiempo a la repetición de ejercicios de cálculo a mano para dar más espacio a la reflexión y al razonamiento sobre cómo resolver problemas de la vida cotidiana usando las matemáticas. 

Otro país que va a la vanguardia en enseñanza de matemáticas es Singapur. El método se aleja diametralmente de lo tradicional: el profesor plantea un problema y los alumnos debaten sobre cómo resolverlo. Aquí hay exploración y construcción del propio conocimiento. Los alumnos aportan sus ideas y soluciones al problema. La idea es llegar al resultado a través de diferentes caminos. Guiados por el profesor, los estudiantes exploran y debaten y, después de analizar y resolver el problema exponen sus conclusiones a los demás y reflexionan sobre ello.

La importancia de las matemáticas va más allá de los números. Se dice que ayuda a desarrollar el pensamiento análitico. Es decir, al resolver un problema matemático recopilamos datos, los desglosamos, observamos las relaciones que mantienen o resolver sistemáticamente sus partes de una manera racional. Al ser capaces de entender las matemáticas y llegar a soluciones lógicas, podremos preparar nuestras mentes cuando tengamos problemas reales.

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