Mar. Abr 23rd, 2024
Foto: Semana.com

Por Jandres JS

Una vez me dijo Jeremías, que era Miltón el encargado de entrar militarmente a Santa Elena, siempre de la agrupación político-militar del ERP; cuando desarrollaron la ofensiva final » hasta el tope y punto», en el año 1989, yo tenía 14 años, era un niño crecido en esa guerra civil, me salvé varias veces que el ejército me reclutara a la fuerza, desde los 12 años y por mi estatura, en repetidas ocasiones bajo los retenes de los medios de transporte, los militares bajaban a toda la gente, hombres por un lado y mujeres por otro, los niños de 12 años eran casi levantados de sus pantalones y tirados como cerdos en los camiones militares; yo, les mostraba mi carné de menor de edad y una carta con varios sellos y firmas, resulta que mi padre, para salvaguardarme para que no fuera parte activa militar de esa guerra, junto a uno de sus amigos médicos, lograron crearme un certificado falso que decía que yo padecía del corazón, ese tipo de jóvenes no los querían en el ejército, y con desprecio me tiraban los documentos y me daban mis ganchadas, algunas veces culatazos con los fusiles M16, de esa forma me salvé de no ser militar obligadamente.


En una navidad, creo que en el 1988, bajo la euforia de nuestra genuina infancia de la navidad, una escuadra guerrillera se apostó en los terrenos de mi abuela, en ese día, un tío que era de la Policía Nacional había llegado a visitar a mi familia, sentí que él tuvo miedo al ver la situación, pero en realidad, los combatientes charlaron con migo, me pidieron panes rellenos que con gusto mi adorada abuela preparó con esmero, y entre el fragor de los grandes morteros que quemábamos, ellos, se pusieron disparar con sus fusiles AK47 y M16 en el patio de mi casa, como contagiados por la algarabía de esas navidades surreales; ellos, como parte del protocolo me preguntaban por la presencia de la tropa enemiga, pero nunca me propusieron que les acompañara.


Algo curioso, la niñez de esa época fuimos ingenuos, pero sabíamos de que lado estar, era algo evidente, en mi caso, que me salvé en dos ocasiones de una muerte segura, por un lado, de los disparos en ráfaga de una escuadra militar que descargaron sus fusiles a unos 110 metros de distancia en esos terrenos en los que crecí, y luego, los ametrallamientos a tapete de los militares a través de los helicópteros y luego los misiles lanzados por los aviones que se estrellaban en los árboles, o bombas no sé de cuantas libras que hacían temblar las casas…


En esas condiciones y bajo ese fuego indiscriminado, era obvio que no iba a ver a los militares como amigos, si ellos tenían la doctrina militar que todo lo que se mueve es enemigo, era lógico que fui creando un rencor y desconfianza en esa fuerza militar, por instinto de sobrevivencia, luego le puse la parte política, luego de los mal llamados acuerdos de paz.


Por decreto el gobierno actual anuló la fecha de » los acuerdos de paz», pero hace más de 20 años que vengo diciendo que la paz no se firma, la paz no nace ni se hace por decreto, lo que pasó el 16 de enero de 1992 fue, el » FIN DE LA GUERRA CIVIL», en la cual, se oficializaba el fin de las guerrillas, el fin del acuerdo entre cinco organizaciones político-militares guerrilleras.


Eso es todo, a nivel Estatal se dieron cambios, pero nunca hubo intención de transformaciones, existe una deuda pendiente con las miles de personas que murieron, desaparecieron, mutilados y excombatientes que si lucharon por ideales.


La guerra civil fue necesaria, si, lo fue, y fue cruel, pero solo de esa forma se podía iniciara otro ciclo de la historia…
La paz no se firma, y no podemos decir que hay paz ni democracia mientras exista injusticia social y violencia económica del capitalismo.

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