Jue. Oct 2nd, 2025

Este sábado 26 de abril, más de 200,000 personas se congregaron en las calles de Roma para despedir al papa Francisco en su último viaje terrenal, desde la Basílica de San Pedro hasta la Basílica de Santa María la Mayor, donde fue sepultado según su voluntad.  

El cortejo fúnebre inició a las 12:30 p.m. hora local (4:30 a.m. en San Salvador), cuando el féretro salió del Vaticano por la Puerta del Perugino. Transportado en un papamóvil especialmente adaptado, el ataúd recorrió aproximadamente seis kilómetros por las principales arterias de Roma, pasando por lugares emblemáticos como el Coliseo, la iglesia del Gesù —sede de la Compañía de Jesús— y la Vía de los Foros Imperiales. Miles de fieles, turistas y residentes se alinearon en las aceras, muchos entre lágrimas, para rendir homenaje al primer papa latinoamericano y jesuita de la historia.  

Rompiendo con la tradición de ser enterrado en las criptas vaticanas, el papa Francisco eligió la Basílica de Santa María la Mayor como su lugar de descanso final, motivado por su profunda devoción a la Virgen ‘Salus Populi Romani’. 

En vida, visitaba frecuentemente este templo antes y después de cada viaje apostólico. Su tumba, sencilla y marcada únicamente con la inscripción “Franciscus”, se encuentra en la nave izquierda de la basílica, junto a la Capilla Paulina. La sepultura fue financiada por un benefactor anónimo y construida con mármol de Liguria, región de origen de su familia. 

La ceremonia fúnebre, celebrada en la Plaza de San Pedro, contó con la asistencia de más de 250,000 personas y delegaciones de aproximadamente 140 países, incluidos 50 jefes de Estado y 10 monarcas. 

El cardenal Giovanni Battista Re presidió la misa, en la que se destacó el legado del pontífice en favor de la paz, la fraternidad y la protección del medio ambiente. Fiel a su estilo austero, Francisco había solicitado un funeral sencillo, sin exhibición pública de su cuerpo en un catafalco y con un ataúd de madera revestido de zinc.   

Al llegar a Santa María la Mayor, el féretro fue recibido por un grupo de personas pobres e inmigrantes, reflejando el compromiso del papa con los marginados. Tras una breve parada ante el icono de la Virgen ‘Salus Populi Romani’, el ataúd fue llevado a su tumba en una ceremonia privada. 

El templo reabrirá sus puertas a los fieles el domingo, permitiendo que el pueblo romano y visitantes de todo el mundo rindan homenaje al pontífice que dedicó su vida a construir puentes y tender la mano a los más necesitados.

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