Jue. Abr 18th, 2024

En un mundo donde la tecnología manda y lo virtual se convirtió en realidad, las redes sociales son un “mal necesario”. 

Prescindir de ellas es casi imposible, a riesgo de ser considerado un personaje “antisocial” o ermitaño. Sin embargo, aún más grave puede ser el uso desmedido de ellas, especialmente en los adolescentes.

Dentro de las redes hay algunas más necesarias y otras no tanto. 

Instagram, por ejemplo, aplica en el grupo de éstas últimas. Alguien alguna vez escribió que si las redes sociales fueran los pecados capitales, Instagram sería la gula: “La usuaria que, como una niña delante de un bote de mermelada, se deja vencer por los impulsos y no consigue controlarse. No sabe vencer su impulso de agarrar cada dos minutos el teléfono para ver si hay notificaciones o actualizaciones para ver fotos o para publicarlas. El resultado es una indigestión digital que sólo se cura mediante una desintoxicación de las redes”. También puede haber grandes dosis de vanidad, un “pecado” al que también se asocia a Facebook, el hermano mayor de Instagram.

Definitivamente Instagram puede representar un peligro para los adolescentes, ya que está basado en estilo de vida y apariencia física de unos pocos que imponen modas y tendencias. Todas las personas allí tratan de ser perfectos, aun con falsedad y engaño, con filtros y retoques digitales. 

Los jóvenes, sobre todo las mujeres, intentan hasta lo imposible para emular esos modelos artificiales con la consecuente ansiedad y depresión que esto conlleva.

Esto debe ser una alerta para los padres. 

No tengo dudas de que deben limitar el tiempo de sus hijos frente a las pantallas y en las redes. Incluso, aunque parezca algo rudo, a veces los padres deben intervenir más, aún a riesgo de invadir la privacidad.

 Esto no debe ser de forma contínua, pero sí en caso que detecten algún peligro. Además, redes como Instagram pueden crear adicción y eso se puede reflejar, por ejemplo, en el bajo rendimiento académico. 

No es un tema fácil controlar el uso de las redes en los hijos, y puede generar reacciones de todo tipo. Depende de la edad y la crianza hacia la madurez que les han fomentado sus padres. Si esto ha sido nulo, deberá inmiscuirse más, pero siempre tratando de educar y de no parecer un espía.

 Si bien nadie menor de 13 años puede tener una cuenta de Instagram, no es difícil modificar una fecha de nacimiento para tener acceso. Además, en los últimos meses, Facebook -dueño de Instagram desde 2012- admitió que estaba evaluando lanzar una versión para menores de 13 años en la que los padres tendrían el control. Luego la desestimó.  

Es cierto que los likes de Instagram pueden elevar la autoestima de cualquier persona, pero también la falta de ellos genera depresión. Hay ansiedad por tenerlos y desánimo si no los consigue, peor aún si hay resultados negativos. En busca de esa aprobación, muchos adolescentes se venden como algo que no son en Instagram. Eso es parte de la naturaleza humana y ellos aún más, pues son inmaduros, inseguros y tendientes a imitar a sus referentes. 

No poder ser como sus ídolos o influencers favoritos -al menos en número de likes- también genera frustración. Depende de la personalidad y la madurez de cada uno para asumirlo, pero pueden llegar a deprimirse mucho e incluso a hacerse daño corporal. También pueden tener conductas peligrosas como conducción temeraria, uso de alcohol, tabaco y drogas… Algunos, en casos más extremos, podrían pensar en quitarse la vida, sobre todo si no tienen un buen entorno familiar ni grupo de amigos que les protejan. 

Para algunos tímidos, las redes pueden ser un medio donde se sientan menos incómodos que en la vida real y se atrevan a expresar o a mostrarse como no lo harían de otro modo. 

Sin embargo, desgraciadamente casi siempre casos así son para exhibir actitudes y conductas negativas. 

Precisamente del anonimato que pueden dar las redes, cualquier extraño puede contactar con nuestros hijos. Por eso es muy importante que los padres hablen sobre los peligros de relacionarse con extraños o perfiles dudosos en estas plataformas. Ante una sospecha de ese tipo, se vale ser intrusivo. Todas estas acciones necesitan, de preferencia, apoyo terapéutico para tener un punto de vista neutral y lograr el equilibrio necesario.

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