Recientemente tuve la oportunidad de ver la película española, nominada al Oscar como filme internacional “La sociedad de la nieve” (basada en la historia real de supervivencia de un grupo de jóvenes que estuvieron más de 70 días en la cordillera andina, entre Chile y Argentina), que fue escrita y dirigida por Juan Antonio Bayona, y no pude menos que maravillarme y conmoverme acerca de la
gran capacidad de resiliencia, reinvención y esperanza demostrada por sus protagonistas.
Sin ánimos de hacer spoiler, quisiera compartir el valor del liderazgo situacional que se presenta a lo largo de las más de dos horas de la película: la importancia de saber delegar, de conseguir la asignación de tareas a los más aptos para ellas, de apoyar al equipo –aunque no estemos de acuerdo con las decisiones colectivas–, de ser capaces de dar el todo por el bien mayor; en fin, de ser un verdadero líder bambú.
Más allá de la capa religiosa y de lo que somos capaces de hacer los seres humanos para sobrevivir, esta película nos recuerda lo imperfectamente perfectos que somos cuando estamos sometidos a situaciones extremas.
Nunca deja de ser propicia la oportunidad para recordar lo relevante de valorar los pequeños milagros de los que somos testigos a diario y que muchas veces pasamos desapercibidos, ya sea por estar concentrados o distraídos en el día a día, sin pensar que el solo hecho de despertar sanos, confortables y a una temperatura agradable ya es una gran ganancia.
Por último, pero no menos importante, quisiera reconocer el esfuerzo de producción, dirección de fotografía y actuación en la película, pues más allá dehaber recreado a la perfección escenas originales de esta increíble historia, el nivel de compromiso de los actores al someterse a grandes modificaciones físicas para darle veracidad al relato hace que me quite el sombrero para mostrar admiración a su esfuerzo y dedicación.
Mención aparte merece la mirada de los que no sobrevivieron ya que, con sus acciones y decisiones, marcaron de manera positiva a los que sí pudieron vivir para contarlo.
No hay necesidad de vivir un evento de tal magnitud como los protagonistas del milagro de Los Andes para conectar con nuestro propósito y legado. ¿Qué estás haciendo hoy para lograr que tu vida tenga significado?
¡No perdamos de vista nuestra capacidad para trascender y dejar una huella en nuestro entorno!