Jue. Abr 18th, 2024
Foto: Pixabay
Por: Dra. Margarita Mendoza Burgos  

Siempre se asocia la ansiedad a un estado negativo y no siempre es así. En general se trata de un mecanismo defensivo, una alarma que salta ante situaciones consideradas amenazantes. Como tal, es normal y ayuda al rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta. En cierto modo nos empuja a tomar las medidas convenientes, como huir, neutralizar, afrontar o atacar, según la circunstancia lo requiera.

            Richard Lazarus, célebre psicólogo estadounidense, definía a la ansiedad como “un fenómeno que se da en todas las personas y que, bajo condiciones normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral, o académico. Tiene la importante función de movilizarnos frente a situaciones amenazantes”. En todo caso, el problema viene cuando nos obstaculiza algún deseo o emprendimiento que conlleve el factor riesgo. Esto es porque el ser humano desea lo que no tiene, y quiere conservar lo que tiene.

            Estos mecanismos ansiosos tienen dos componentes: físico y psíquico. Los físicos, aparecen ante un detonante, preparando el  cuerpo para la situación de defensa ante el mismo.

Proveniente del latín “anxietas”, la palabra ansiedad significa congoja o aflicción. Es un estado de malestar psicofísico caracterizado por una sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad o desasosiego ante lo que se vivencia como una amenaza inminente y de causa indefinida.

            En caso que el detonante actúe demasiado a menudo, el organismo empieza a repetir el efecto ansiedad sin necesidad del estímulo de forma aparente. Puede aparecer ante pequeños detalles o anticipaciones a la causa matriz. Deja de ser adaptativo y empieza a reproducirse como una forma de tensión constante o stress. Precisamente cuando la tensión es constante pueden iniciarse cuadros de problemas relacionados con esta, ya sea a nivel psíquico y/o con manifestaciones físicas.

Ya hay una  especialidad médica propia de esta relación  y es  la medicina psicosomática. Obtener un diagnóstico apropiado puede ser complicado. Lo más evidente aparece en la parte física y por los tabúes de la enfermedad mental hace que quienes los padecen no les agrade que les expliquen que su sintomatología física esté derivada de un problema psíquico y les den referencia para un psicólogo y, peor aún, un psiquiatra. 

            En lo físico, algunos síntomas son: problemas de garganta, reacciones del hígado, reacciones cutáneas, actividad del bazo, sudor frío y enrojecimiento de mejillas. La medicina psicosomática es una referencia alternativa y que es bien aceptada. Sin embargo no existen muchos especialistas en este ramo y lo más común es, en el mejor de los casos, que se les envíe a un profesional con conocimientos de esta especialidad.

            Hay crisis de ansiedad que son permanentes y otras pasan por períodos, depende del sujeto y los componentes disparadores o causas de la ansiedad. Hay sujetos en los cuales permanece una ansiedad perenne, y algunos que las proyectan en algún objeto y/o animal, presentando un cuadro más dirigido a estos específicamente. La ansiedad no es algo que se adquiere, como una infección, aunque podría aumentarse si alguien de autoridad o que representa algo importante para nosotros la padece en el hogar o el entorno. 

            Hay crisis de ansiedad que son permanentes y otras por períodos. Depende del sujeto y los componentes disparadores o causas de la ansiedad. Hay sujetos en los cuales permanece una ansiedad perenne llegando a constituir  problemas del rango de los trastornos de ansiedad  y otros  que las proyecta en algún objeto y/o circunstancia específica, como las fobias.

            Ayudar a una persona con ansiedad no siempre es fácil. Los familiares y amigos de las personas que sufren problemas de ansiedad se encuentran ante una situación que, en muchas ocasiones, no saben cómo manejar y pueden llegar a sentirse frustrados o cansados. Al paciente se le debe tratar con manos de seda y también con firmeza, es decir no hacerle sentir como víctima o enfermo, pero a la vez proporcionarle amor y seguridad. Es fundamental participar en el afrontamiento de miedos e incertidumbres y también ayudar a cambiar de foco la atención puesta sobre las preocupaciones.

            Recientemente el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME) realizó un estudio que deja datos escalofriantes: El trastorno mental más común en los países de la Unión Europea es el trastorno de ansiedad, el que sufren 25 millones de personas (el 5,4% de la población). Este fenómeno se nota, además, en edades cada vez más tempranas. En síntesis, una alarma que suena cada vez más fuerte, aunque muchos no quieran escucharla.

Loading

Facebook Comments Box
Compartir esta nota