Mié. May 1st, 2024

Investigadores de la clínica de cabello y piel, Dr. U, en Los Ángeles descubren una relación fundamental entre dos afecciones médicamente difíciles: el acné queloide nucal y las alopecias cicatriciales primarias, a menudo denominadas alopecias cicatriciales. Publicado en la revista Clinical Cosmetic and Investigational Dermatology bajo el título «Unveiling a Common Precursor Condition for Acne Keloidalis Nuchae and Primary Cicatricial Alopecias», los hallazgos tienen importantes implicaciones para el diagnóstico y los tratamientos.

El acné queloide nucal (AQN) pertenece a un grupo de afecciones del cuero cabelludo denominadas alopecias cicatriciales, que son conocidas por una inflamación crónica que causa pérdida cicatricial del cabello con dolor, secreción, picazón y debilitamiento social. El AQN a menudo produce lesiones desfigurantes de tipo queloide. Se investigaron relaciones ocultas y afecciones de raíz compartida.

Tradicionalmente, el AQN y las alopecias cicatriciales se estudiaban de manera aislada. Esta investigación revela una relación denominada «fibrosis de infiltrados linfocíticos infundíbulo-ístmicos perifoliculares» (PIILIF, por sus siglas en inglés), que se identificó en las zonas de cuero cabelludo de apariencia normal (NAS, por sus siglas en inglés) de todos los pacientes con AQN. La PIILIF podría arrojar luz sobre las primeras etapas del AQN y la alopecia cicatricial. El Dr. Sanusi Umar, investigador principal del estudio y jefe de la sección de trastornos del cuero cabelludo y el cabello en la División de Dermatología de Harbor-UCLA, destaca que este descubrimiento sugiere la posibilidad de terapias más precisas que aborden las causas fundamentales y perfeccionen las estrategias de diagnóstico.

El Dr. Umar explicó: «Nuestros hallazgos, junto con otros estudios, sugieren que la PIILIF posiblemente relaciona todas las alopecias cicatriciales comunes, como AQN, foliculitis decalvante (FD), liquen plano pilar (LPP), alopecia fibrosante frontal y la alopecia cicatricial centrífuga central. Esto resalta sus interconexiones, ofrece nuevos conocimientos sobre sus orígenes y permite una estrategia diagnóstica y terapéutica más holística. Además, esto podría simplificar la intrincada clasificación de las alopecias cicatriciales al reducir las redundancias en afecciones estrechamente relacionadas. Por ejemplo, nuestra investigación cuestiona la necesidad de la entidad actualmente designada fenotipo LPP-FD».

Sorprendentemente, el estudio descubrió que el AQN es más frecuente de lo que se creía anteriormente en hombres blancos de ascendencia europea (10 % de los pacientes) y, a menudo, pasa desapercibida o se diagnostica erróneamente como irritación de nuca o caspa. Este hallazgo cuestiona la percepción de que el AQN afecta únicamente a las personas de color.

El estudio tiene implicaciones importantes, ya que podría remodelar nuestra comprensión del AQN, la alopecia cicatricial y los tratamientos. Se deben hacer más investigaciones para descubrir los mecanismos, los factores desencadenantes y el papel de la PIILIF en la caída del cabello. No obstante, este trabajo allana el camino para mejorar el diagnóstico, tratamiento y bienestar de los pacientes.

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