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EEUU–El A partir de este jueves entraron en vigor los nuevos aranceles impuestos por el gobierno de Estados Unidos, bajo una estrategia comercial impulsada por el presidente Donald Trump para presionar a sus principales socios económicos y reactivar la producción nacional.
La medida establece un arancel mínimo del 10 % para la mayoría de países que exportan al mercado estadounidense. Sin embargo, en el caso de países con superávit comercial con EE.UU., como India, Canadá, Brasil o Suiza, las tasas escalan hasta el 50 %. En total, más de 60 países se ven afectados.
En el caso de la Unión Europea, que había negociado un gravamen del 15 % en julio, Trump amenazó con subirlo hasta un 35 % si no cumple con la promesa de invertir $600,000 millones en Estados Unidos.
Uno de los sectores más golpeados será el tecnológico. Trump anunció un arancel del 100 % a la importación de chips y semiconductores, salvo para las empresas que fabriquen en territorio estadounidense o demuestren estar en proceso de trasladar su producción al país.
“Si produces en Estados Unidos, no pagas recargo. Si no, prepárate para pagar más”, afirmó Trump durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, donde también aprovechó para destacar alianzas con empresas como Apple.
El director ejecutivo de la tecnológica, Tim Cook, aseguró que Apple invertirá otros $100,000 millones para expandir su producción en suelo estadounidense, lo que eleva su compromiso total a más de $600,000 millones.
Además del sector tecnológico, Trump advirtió que los medicamentos importados podrían enfrentar aranceles de hasta el 250 % si las farmacéuticas no reducen los precios en EE.UU. Según fuentes de la Casa Blanca, 17 compañías ya recibieron cartas con advertencias sobre esta nueva línea de presión económica.
India también fue blanco de nuevas sanciones, tras confirmarse que continúa adquiriendo petróleo ruso. Washington aplicará un arancel adicional del 25 % a sus productos, que se suma al impuesto del 25 % ya existente.
Aunque algunos países como Reino Unido y Japón lograron acuerdos para mantener tasas más bajas, economistas advierten que el costo final podría trasladarse al consumidor estadounidense.
Según cálculos preliminares, los hogares en EE.UU. podrían gastar entre $2,000 y $2,400 adicionales al año debido al alza de precios de productos importados.
Pese a las advertencias, Trump defendió la medida como parte de su “nueva era industrial”, y afirmó que Estados Unidos “no puede seguir premiando a países que solo venden, pero no invierten”.
Las bolsas tecnológicas, por su parte, reaccionaron con cautela: fabricantes con plantas en EE.UU. como TSMC o Samsung vieron subir sus acciones, mientras que empresas con producción fuera del país sufrieron retrocesos.
Con los nuevos aranceles en marcha, el tablero del comercio global se reacomoda. La administración Trump apuesta a que la presión económica se traduzca en empleos e inversión local. Pero a nivel internacional, el mensaje es claro: fabricar fuera de EE.UU. ya no será gratis.