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EEUU–La Casa de la Moneda de Estados Unidos acuñó en Filadelfia la última moneda de un centavo, cerrando así una tradición monetaria que se mantuvo por 232 años. La medida responde a una decisión del presidente Donald Trump, quien ordenó suspender su producción debido al alto costo de fabricación frente a su valor real.
El Tesoro explicó que cada centavo cuesta en promedio 3.7 centavos producir, lo que implica una pérdida constante para el Estado. El encarecimiento de los materiales, especialmente el zinc y el cobre, ha elevado el gasto de producción en los últimos años, volviendo insostenible mantener la moneda en circulación masiva.
Aunque ya no se fabricarán más centavos, la moneda seguirá siendo de curso legal, se estima que aún circulan en el país unos 250 mil millones de piezas, suficientes para las transacciones cotidianas durante los próximos años.
Sin embargo, el Departamento del Tesoro proyecta un ahorro anual de aproximadamente $56 millones al eliminar su fabricación.

El centavo tiene una historia profundamente ligada al desarrollo económico y cultural de Estados Unidos. Su primera versión apareció en 1793 bajo la dirección de Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro.
En 1909, la Casa de la Moneda incorporó el rostro de Abraham Lincoln, convirtiéndose en la primera moneda estadounidense en representar a un presidente. Desde entonces, su diseño ha cambiado varias veces, pero su valor simbólico se mantuvo como un ícono nacional.
Durante décadas, el centavo fue parte de la vida diaria de los estadounidenses. Se usaba para pagar pequeños productos o dejar propinas, y llegó a inspirar expresiones populares como “cada centavo cuenta”. Sin embargo, con el avance de los pagos digitales y las políticas de redondeo adoptadas por algunos comercios, su utilidad en el intercambio económico se ha reducido notablemente.
El presidente Trump justificó la decisión al señalar que “Estados Unidos no debe seguir fabricando monedas que cuestan más de lo que valen”, calificando su mantenimiento como un gasto innecesario para los contribuyentes.
La medida fue respaldada por informes del Tesoro y la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, que desde hace años advertían sobre las pérdidas derivadas de su producción.
Algunos comerciantes y asociaciones empresariales han manifestado preocupación ante la eliminación del centavo, alegando que el cambio podría generar dificultades en las operaciones en efectivo. Sin embargo, el Gobierno ha asegurado que la transición será gradual y que los mecanismos de redondeo permitirán mantener la estabilidad en las transacciones.
La Casa de la Moneda informó además que se acuñarán ediciones conmemorativas y coleccionables en cantidades limitadas, destinadas al público numismático. Estas piezas, conmemorativas del cierre de una etapa histórica, tendrán un valor superior al nominal.
Estados Unidos se suma así a otros países que han dejado atrás sus monedas de menor denominación, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que eliminaron sus unidades más pequeñas sin afectaciones económicas.
Con la desaparición del centavo, el país conserva el níquel, el dime, el quarter, el medio dólar y el dólar, aunque estas últimas también han perdido protagonismo frente al uso generalizado de medios de pago electrónicos.
El último centavo acuñado, presentado por el tesorero Brandon Beach en la Casa de la Moneda de Filadelfia, será subastado. Su valor histórico y simbólico marcará el cierre de una era en la que una moneda de cobre fue testigo de más de dos siglos de la vida económica de Estados Unidos.
