Mar. Jun 25th, 2024

Por Margarita Burgos

Respirar, comer y dormir son tres funciones biológicas esenciales para el cuerpo humano. Sin embargo, mientras que es imposible vivir sin respirar y sin comer, hay muchos que intentan sobrevivir durmiendo poco y mal. Es un problema de enormes dimensiones. En la sociedad moderna, donde el ritmo de vida es frenético y las demandas son constantes, se tiende a subestimar la importancia de dormir bien. Grave error. Se trata de uno de los pilares básicos de la salud corporal y mental.

Además, hay que aclarar que nuestra forma de dormir y la cantidad cambia en las diferentes etapas de la vida. De niño se suele dormir bastante y bien, por lo que ante la primera disfunción habrá que recurrir al pediatra. Entre los 3 y 5 años, por ejemplo, lo normal es que duerman entre 10 y 13 horas por día, incluyendo las siestas.

A medida que se crece, el púber y luego el adolescente ya presentan problemas para dormir, dependiendo del impacto de las características de su vida a esa edad. En general, estarán más cansados y necesitarán dormir más. En el adulto, y a medida que envejecemos, el sueño se va volviendo más escaso y menos profundo.

Durante el sueño, nuestro cuerpo lleva a cabo una serie de procesos de reparación y regeneración. Las células dañadas se reparan, los tejidos musculares se reconstruyen y el sistema inmunológico se fortalece. Además, el sueño adecuado es crucial para la consolidación de la memoria y el aprendizaje.

En la fase de sueño profundo, el cerebro procesa y almacena la información recopilada durante el día, lo que mejora nuestra capacidad para recordar y aprender nuevas habilidades. Es importante recalcar lo de la profundidad del sueño, que depende de muchos factores: edad, problemas, salud o enfermedad.  

Las mujeres duermen menos profundamente luego de tener niños y no suele volver a dormir con la misma intensidad nunca. También el sueño y su profundidad se ven influidos por los medicamentos, ya sea que estos sean específicos para dormir o no. La ciencia, a través de los medicamentos, ha ayudado a mejorar el sueño. Pero los medicamentos deben ser administrados luego que se han tratado todas las medidas anteriores. Además, no se recomienda consumirlo todas las noches para no provocar una dependencia.

No solo hay que mencionar la cantidad de sueño, sino también de la calidad. No es lo mismo dormir de día que de noche. El sueño nocturno es el más apropiado y cuando por trabajo o clima este no se puede desarrollar por la noche, aparecen problemáticas que pueden llevar hasta la depresión, la obesidad, diabetes e incluso la muerte. Los países que tienen largos periodos de sol y de noche, como los escandinavos, no son los mejores para la higiene del sueño. 

El acto del buen dormir requiere de varias cosas. Lo más importante es crear un entorno propicio para dormir, además de fijar una rutina. En lo posible, evitar dormir siestas, no consumir cafeína ni nicotina en las últimas horas del día y no excederse en el consumo de bebidas alcohólicas por la noche. Hacer actividad física temprano también ayudar.

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