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EEUU–En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, agradeció al gobierno de El Salvador por su colaboración en la detención de migrantes deportados, a quienes calificó como «criminales». Este reconocimiento destaca la alianza entre Washington y San Salvador en la política migratoria de mano dura de Trump, en medio de críticas por violaciones a derechos humanos.
Durante su intervención, Trump elogió el «trabajo exitoso y profesional» de El Salvador al recibir y encarcelar a migrantes deportados desde EE.UU. «Quiero agradecer al país de El Salvador por el exitoso y profesional trabajo que han hecho al recibir y encarcelar a tantos criminales que entraron a nuestro país», afirmó, refiriéndose a acuerdos que trasladan deportados a prisiones salvadoreñas. En el mismo discurso, criticó a la administración de Joe Biden por políticas migratorias «destructivas» y defendió su enfoque de seguridad fronteriza, declarando: «Si entras ilegalmente a los Estados Unidos, irás a la cárcel o regresarás al lugar de donde viniste, o tal vez incluso más lejos».
La política migratoria es un pilar del segundo mandato de Trump, iniciado en enero de 2025, con énfasis en deportaciones masivas y alianzas internacionales. El Salvador, liderado por Nayib Bukele, aliado de Trump, se ha convertido en un socio clave. En febrero de 2025, Bukele ofreció recibir convictos, incluidos ciudadanos estadounidenses, para aliviar la presión carcelaria en EE.UU., propuesta que ha generado controversia.
Documentos judiciales revelan que EE.UU. pagará 4,76 millones de dólares a El Salvador para la detención de al menos 238 migrantes, principalmente venezolanos acusados de vínculos con la banda Tren de Aragua. Los fondos, detallados en una carta del Departamento de Estado del 22 de marzo de 2025, se destinan al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel criticada por organizaciones como Human Rights Watch por hacinamiento y presuntos abusos. El acuerdo prohíbe usar los fondos para asesoría legal en asilo, procedimientos de aborto o programas de diversidad.
El discurso de Trump ha generado reacciones mixtas. Sus partidarios celebran la medida como un paso contra el crimen transnacional, mientras críticos, como el senador demócrata Chris Van Hollen, la califican de «pacto corrupto» que financia detenciones sin debido proceso. Informes indican que el 70% de los deportados no son criminales convictos, lo que intensifica las críticas. Legisladores demócratas exigen transparencia al Departamento de Estado, argumentando que el acuerdo podría violar la Convención contra la Tortura de la ONU.
En redes sociales, el debate persiste: algunos usuarios respaldan la estrategia, mientras otros, como el periodista Ed Krassenstein, advierten sobre deportaciones erróneas. La retórica de Trump, centrada en «América primero», subraya la inmigración como prioridad, con implicaciones para las relaciones hemisféricas y el escrutinio internacional.